24 de enero de 2018

2555- SOBREPESO.

No me quejo, no. Siempre hay motivos para reconfortarse. Hubiera podido ser peor y de hecho son muchos, millones de seres y mucho más jóvenes, los que están mucho peor. Se trata tan solo de comentar... 
Hace diez años mi mujer resbaló al pisar un poquito de gravilla que había en el camino y cayó sentada. Algo casi cómico, pero se rompió la tibia y el peroné. Cinco años después cayó de espaldas y al intentar amortiguar la caída con las manos se rompió el radio de los dos brazos, casi junto a las muñecas. Ahora, hace quince días, al levantarse de la silla en el bar donde suele ir a tomar el café de media mañana, se enredó con la correa del bolso que suele llevar "en bandolera" y cayó nuevamente, rompiéndose esta vez la cadera. ¿Problema de huesos?. Pues no, los controles anuales de densiometría le salen perfectamente. Se trata simplemente, o no tan simplemente, de exceso de peso.


Es el mal de nuestro tiempo. Cuando yo era pequeño, hace más de sesenta años de eso, la mayor parte de las enfermedades de la gente eran culpa de la desnutrición. En aquellos tiempos de posguerra los pobres comíamos, sí, pero con muy pocas grasas y menos proteínas. Trabajo duro y alimentos de simple supervivencia. No había ningún gordo. El único objetivo era llenar el estómago, de lo que fuera. Ahora, ya dentro del siglo XXI, en España y en la mayoría de los países occidentales el problema es otro. Ya metidos de lleno en edad de jubilación la actividad es poca, por no decir nula y aunque comemos menos que nunca, los alimentos son mucho mejores y no hay forma humana de perder los kilos que a muchos nos sobran. Quienes se empecinan en hacer dietas milagrosas suelen recuperar su peso (con creces) a los cuatro días de abandonarlas. La solución sería dieta de por vida pero, ¿quien es capaz de hacer algo así?.


Con las dietas yo-yó el resultado es siempre el mismo: merma de la salud. Ese pequeño porcentaje de gente que siempre ha sido delgada, lo ve todo muy fácil e incluso se burla de quienes tienen problemas de sobrepeso, llamándonos glotones. ¿Acaso hay alguien que es gordo porque quiere serlo?. El problema existe y es mucho más serio de lo que muchos se imaginan. Las enfermedades derivadas de la hambruna son malas, sin duda las peores, pero las que se viven en el mundo occidental también lo son. Lo que deben saber quienes no tienen el problema, es que no se trata de atracarse de comida, ni de abusar del alcohol, grasas o dulces. La mayoría de quienes sufren sobrepeso te dirá que comen la mitad de lo que comen otros estando delgados. Es una especie de "castigo divino" que muy pocos merecen. En cuanto a la solución, los milagros no existen, todo lo que no sea mantener una dieta de por vida es tiempo perdido.

RAFAEL FABREGAT

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