18 de mayo de 2017

2415- MONASTERIO DE CURA.

Puerta de acceso al Monasterio de Cura.
Allá en la cima del Puig de Randa, un cerro mallorquín de 543 metros de altura, se encuentra el Monasterio de Cura, una joya a la que una ingente masa de peregrinos acude todos los años, el cuarto domingo después de la Pascua, para recibir la "Bendición de los frutos", tradición de origen medieval y con profusa documentación desde más allá del siglo XVI. 
Desde la conquista de Jaime I a los moros, en 1.229, se tiene constancia de la existencia de cuevas, eremitorios y santuarios, habitados desde tiempos inmemoriales por los ascetas que vivían de forma contemplativa en todos los recovecos de esta montaña, para ellos sagrada.
El filósofo y místico Ramón Llull, autor de una ingente obra escrita en latín, árabe y catalán medieval, recibió la "iluminación divina" (cinco visiones de Cristo crucificado en cinco noches consecutivas) en este lugar sagrado allá por el año 1.274. A partir de entonces, la cima del Puig de Randa se consolidó como lugar de veneración, espacio religioso y referencia contemplativa, puesto que los seguidores de Ramón Llull decidieron continuar el proyecto de su maestro construyendo el eremitorio y centro del saber. Actualmente, debido a la modernidad y amor al vil metal, tan necesario para poder subsistir, está convertido en hotel y restaurante. 

La Historia acompaña mesa y descanso desde tiempo inmemorial puesto que un documento de Luís de Prades, obispo de Mallorca, certifica en 1.394 que varios eremitas ya vivían de forma permanente en este lugar. Entre los siglos XV y principios del XIX el minúsculo eremitorio dio paso al majestuoso santuario dedicado a la Virgen de Cura, cuya imagen de piedra del siglo XV podemos contemplar en el oratorio. Junto al mismo se conserva la Escuela Luliana, en los últimos tiempos gestionada por los Jurados de la Ciudad. Tras la desaparición de la Escuela hacia 1830 el lugar empezó a deteriorarse, las celebraciones litúrgicas fueron amainando y los sacerdotes del monasterio apenas podían mantenerse. 

En el verano de 1913 el obispo de Mallorca cedió el Santuario a los Franciscanos de la Tercera Orden Regular, previa reconstrucción del lugar y la restauración del culto a la Virgen de Cura. Desde entonces esta Orden Franciscana transformó aquel maltrecho lugar en un Santuario moderno. El convento y la hospedería se empezaron en 1947 y fueron inauguradas en 1956 como sede del noviciado de la Orden. Desde hace algunos años ofrece al público los servicios de hotel y restaurante. Uno de los productos típicos que el visitante puede también adquirir en este monasterio es el 'licor de Randa', elaborado por los Franciscanos de TOR con hierbas medicinales del Puig y cuya receta fue patentada por los monjes muchos años atrás.

RAFAEL FABREGAT

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